Crónica de un error metafísico
Hugo Enrique Sáez A. ha publicado anteriormente el volumen de cuentos y relatos titulado Cuentos patafisicos. Se desempeña en la actualidad como profesor investigador titular C en la Universidad Autónoma Metropolitana unidad Xochimilco.
En la contra tapa de 'Crónica de un error metafísico', se pregunta si los seres humanos, en realidad, somos algo más que un error metafísico y, en consecuencia, toda la literatura, su crónica.
Menciona en el prologo: "Por culpa de Descartes, siempre ando dudando. ¿Cómo se le pudo permitir a un adolescente que se pusiera a leer 'Eldiscurso del método'? En plena orgía de las hormonas, debe haber otros métodos más benignos para alejarlo de las tentaciones del placer solitario".
Admite que él eligió ese destino, le han diagnosticado que su dudar obedece a su signo de Capricornio, por el planeta que lo rige, Saturno, que tarda doscientos años en completar su órbita. Quiere decir que tiene todo el tiempo del mundo para dudar. Y Saez argumenta que no habría filosofía, ni arte ni literatura ni intelectuales que, según los militares, no merecen vivir por permitirse el lujo de dudar.
Admite que él eligió ese destino, le han diagnosticado que su dudar obedece a su signo de Capricornio, por el planeta que lo rige, Saturno, que tarda doscientos años en completar su órbita. Quiere decir que tiene todo el tiempo del mundo para dudar. Y Saez argumenta que no habría filosofía, ni arte ni literatura ni intelectuales que, según los militares, no merecen vivir por permitirse el lujo de dudar.
Después menciona algo que les sucede a los escritores "no compulsivos"; no decidir entre: "primero escribir los cuentos o de plano entregarme a preparar el prólogo para un libro en ciernes". Menciona que el escritor Macedonio Fernández lo había hecho, es decir, escribir los prólogos de la novela que nunca dio a luz, "no por falta de ganas sino por abundancia de ingenio".
Constantemente, dice que la UNESCO ha detectado que los índices de lectura han caído a su mínima expresión, pero que sus investigaciones han detectado "algunos territorios donde todavía florece el sano hábito de leer. En cualquier comercio ya se encuentran unos prácticos libreros metálicos que se pueden colgar a un costado del inodoro para tener a la mano las revistas de actualidad preferidas. No obstante, escribir cuentos para leer en el retrete hubiera sonado nauseabundo para muchos y los hubiera alejado de una literatura más próxima a Marilyn Manson que a Henry Miller".
Con el mismo humor de estas palabras resalta en todo el texto: "Viajando en metro advertí que, además de historietas porno del tercer mundo, los señores de edad mediana hojean el periódico; los estudiantes apuran las últimas fotocopias de la materia que los tortura; los obreros se concentran en el Esto, ese prodigio de las epopeyas deportivas; las púberes se deleitan con estupideces sobre LuisMiguel; un presunto clon del Che Guevara ensaya la clandestinidad mientras devora las técnicas de la guerrilla del Viet Cong. Una auténtica biblioteca rodante. Me propuse escribir para ellos, abrir un nicho de mercado en esa república del transporte no contaminante y para los habitantes de todas las repúblicas que en el reino global haya".
Me agrada mucho los conceptos que maneja ya que tienen ese aire sarcástico y gracioso con los que me identifico bastante. Algo que me motiva en su escritura, es la combinación de injusticia y estupidez que existe y logra combinar lo dramático a través del humor, consciente de que reírse es mejor que indignarse.
Vida del ilustre filósofo John Eveready
El personaje tan extraño de 'Vida del ilustre filósofo John Eveready', que nació en un pueblito de la Argentina a pesar de su nombre, le ayuda a criticar la marginación, porque John está lleno de ternura y su curiosidad y su rareza son únicos de un niño inteligente, que se atreve a pensar por sí mismo y soportar con sabiduría, por su desafío, el castigo de su inteligencia. Como aprende a leer a la semana de estar en la escuela y le preguntan cómo lo hizo, responde: "A mí me educaron los logos del imperio".
Tras una penitencia de rodillas sobre maíz, decide escribir su autobiografía. Allí, ofrecerá una mirada atreves de la sociedad, dejando en ridículo a padres, docentes y políticos, que reaccionan con reglas ortodoxas ante lo que no entienden y les parece insólito.
Tras una penitencia de rodillas sobre maíz, decide escribir su autobiografía. Allí, ofrecerá una mirada atreves de la sociedad, dejando en ridículo a padres, docentes y políticos, que reaccionan con reglas ortodoxas ante lo que no entienden y les parece insólito.
Ya que se trata de un niño, el autor convierte, de una manera muy interesante, las frustraciones y desgracias en situaciones reiteradas, con historias de los inteligentes e incomprendidos.
Medio en serio, medio en broma, la historia de John Eveready puede ser la síntesis de lo que nos ocurre a los mexicanos, en el sentido de que nos dan gato por liebre. Dice John cuando el tío, tras golpearlo, lo echa de la casa: "Tendré que escribir mi historia de nuevo, como hacen los pueblos cuando se desvanece una ilusión colectiva".
En algunos aparece el mundo universitario, específicamente el de la Facultad de Filosofía y Letras. El tema de las relaciones de los profesores, su problemática, conflictos y anécdotas, le permite demostrar la condición humana y ayudarnos a conocer y comprender al hombre en sus relaciones sociales y profesionales. En otros, combina el ensayo con la ficción y logra un texto tan inteligente.
Les recomiendo abiertamente esta obra literaria si quieren liberarse del aburrimiento y perderse en interesantes historias que te introducen a planteamientos filosóficos con un toque de comedia.
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